viernes, 23 de enero de 2009

Artículo en gentedigital.com y Gente Avila






Concepción Albarrán - Decana Facultad de Ciencias Sociales y Jurídicas UCAv

El libro de Miguel Ángel Cercas “Valores en alza. Tu conducta determina tu inversión”, que ha llegado a mis manos recientemente, invita a reflexionar sobre la importancia de las actitudes y los valores que las sustentan en todos los ámbitos de la vida, y, de una forma muy especial, el económico.

En el momento actual de crisis económica que estamos viviendo, no está de más pararse a pensar un poquito en esto pues nos ayudarán a afrontarla.

Los hábitos operativos buenos de las personas a los que define la ética aristotélica como virtudes nos pueden ayudar. Esto es, la prudencia, la justicia, la fortaleza y la templanza, virtudes relacionadas con la inteligencia y la voluntad, nos facilitarán la superación personal de la crisis en la que nos encontramos.

La prudencia es una virtud que ayuda a discernir en todo momento el verdadero bien y los medios rectos para lograrlo e incluye tres aspectos: conocimiento de la realidad, un juicio sobre el qué hacer y un actuar concreto.

Es claro, por tanto, que es necesario conocer bien la realidad a la que nos enfrentamos de forma objetiva. Las medidas que tomemos serán efectivas en tanto en cuanto se destinen a dar solución a los “verdaderos” problemas que existen.

La justicia, que es dar a cada uno lo suyo, se debe poner en práctica con uno mismo,con los demás y con el mercado. Con uno mismo supone reconocer las debilidades y las fortalezas y oportunidades que se tienen para decidir cómo actuar. Respecto a los demás hemos de valorar cómo nos dejamos influir por los demás y en relación al mercado en el que nos encontramos hemos de asumir cómo es.

La fortaleza es la virtud que nos capacita para conseguir el bien que nos hemos propuesto como meta, a pesar de las dificultades que nos encontremos.

Con perseverancia, laboriosidad y paciencia podemos superar las dificultades “internas” a las que tenemos que hacer frente, que son: los fallos de la inteligencia (necesidad de tener siempre la razón y la tendencia a exagerar, entre otras), las predisposiciones psicológicas (el exceso de confianza y las ataduras, entre otros) y las actitudes que nos condicionan (la defensa del yo y necesidad de autorrealización, entre otras).

La templanza nos enseña a hacer todo con medida, sin exceso y, nos hace más libres al procurar el dominio de nosotros mismos sin que nos veamos arrastrados por nuestros impulsos. Es una virtud muy necesaria porque nos ayuda a ser equilibrados en la vida. El dominio de las emociones es básico para tomar buenas decisiones.

Reflexionemos con honestidad sobre nosotros mismos e, intentemos desarrollar las virtudes expuestas para poder afrontar la situación de crisis en la que estamos inmersos.

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